El pasado viernes, en el Club Nàutic Sant Antoni, se celebró la segunda tertulia del ciclo ‘Xerrades Essencials’, donde se concede la palabra a personalidades pioneras de la isla. En esta ocasión, el invitado fue una personalidad de excepción, con un gran vínculo con la bahía de Portmany: Julio Cardona Frit, pescador, empresario y antiguo directivo del Club Nàutic Sant Antoni, además de propietario del ‘Bohemio’, un llaüt centenario que figura entre las embarcaciones históricas de la bahía. La conferencia contó con una gran asistencia de público, que se divirtió con las anécdotas del protagonista, que recibió una ovación al término del evento.
Julio Cardona Frit nació el 7 de julio de 1935 en el Bar Frit, en Sant Antoni de Portmany. Su padre era Juan Cardona Mayans, más conocido como Juanito Pau, propietario de la Pescadería Frit, la única del pueblo, y de varias embarcaciones de pesca, en las que trabajó medio Sant Antoni en la época. Julio Frit, interpelado por el periodista Xescu Prats, que moderaba la charla, comenzó explicando el origen de los tres apodos por los que se conoce a su familia: Frit y Pau en Sant Antoni, y Refila en Ibiza capital.
El último de los motes fue heredado del abuelo paterno, Pep Cardona Pau, que se casó en terceras nupcias con una mujer de Formentera apellidada Mayans y apodada Refila. Juanito Pau, por su parte, contrajo matrimonio con una de las hermanas de Can Frit, con la que tuvo cuatro hijos: Pep, que era el mayor, Toni, Juanito y Catalina. Esta última era la abuela de Pepita Gutiérrez, que ejerció como alcaldesa de Sant Antoni de Portmany de 2011 a 2015. La mujer de Juanito Pau, sin embargo, falleció junto a su hermana durante la gripe española de 1918. Así que Juanito heredó el Bar Frit, de la familia de su esposa, y se quedó al cuidado de su suegra, que había perdido la vista. Para atenderla y cuidar de los niños, acudió a su casa una vecina de la localidad, Margalida Ribas, de sa Vinya, que años después acabó contrayendo matrimonio con Juanito Pau. La pareja tuvo dos hijos: Alfonso y, cuatro años después, el pequeño Julio. De ahí surgen los dos apodos santantonienses: Frit y Pau.
El ‘Bohemio’, que hoy permanece amarrado en los pantalanes del Club Nàutic Sant Antoni y forma parte de su flota de embarcaciones clásicas, llegó a la familia Frit en 1914. Muchos lo consideran es el llaüt más famoso de Ibiza y está aparejado con vela latina. Tiene una eslora de 7,35 metros, una manga de 3 metros y un calado de 70 centímetros. Lo adquirió Juanito Pau, cuando se enteró de que existía un llaüt de estas características a la venta en Mallorca. Estaba recién construido y aún por pintar, en el puerto de Alcudia. En el astillero habían hecho tres embarcaciones gemelas y las otras dos se repartieron por Mallorca y Menorca. Pau pagó por él unas 2.000 pesetas.
El ‘Bohemio’ no llegó a Ibiza navegando, sino a bordo de uno de los motoveleros que conectaban el puerto de Vila con el de Palma. Los últimos retoques y la pintura se los aplicaron en el puerto de Vila, antes de poder trasladarlo a Sant Antoni a vela. Cuando aún estaba varado en el muelle de la capital, reluciente de minio, los marineros lo alababan continuamente y le preguntaban a Juanito cómo pretendía bautizarlo. Él siempre les contestaba que aún no lo sabía. Los marineros y pescadores del muelle frecuentaban entonces un bar en los andenes llamado La Bohemia. Entonces, alguien le sugirió que le pusiera ese nombre, el ‘Bohemia’. Sin embargo, a Juanito no le gustaba como sonaba ese nombre en femenino, hasta que alguien replicó: “Entonces, llámale el ‘Bohemio”. A Juanito le gustó la idea y así fue como uno de los llaüts de pesca más elegantes de Sant Antoni recibió también un nombre igualmente singular y evocador. Era una embarcación concebida para pescar a la vela, equipada con dos parejas de remos, y donde podían faenar el patrón y tres o cuatro marineros. El primer motor no se le instaló hasta 1926 y el velamen tenía mayores dimensiones que el que luce hoy.
Julio se crió en Sant Antoni en este ambiente de pescadores, respirando la atmósfera marinera y aprendiendo desde niño los secretos de la navegación. Estudió en el colegio que antiguamente ocupaba el Ayuntamiento viejo y varios cursos de bachiller por libre, con la ayuda de Vicent Manyanet. Este profesor particular, que ejerció como maestro de muchos niños del pueblo, es recordado por la generación de Julio como una persona muy inteligente, con vastos conocimientos sobre todo tipo de materias y hasta dominaba varios idiomas. Con él aprendió algunas nociones de francés, que le resultarían muy útiles en el futuro. Iba dos veces al año al instituto de Vila para examinarse y acabar de prepararse los temas con Isidor Macabich y los demás profesores que impartían en las aulas del antiguo convento. A los 16 años, dejó los estudios y se enroló en la tripulación del ‘Bohemio’. Julio, al igual que sus cuatro hermanos varones, todos más mayores, estaba destinado a convertirse en pescador.
De niño, como a los pequeños no les dejaban jugar en el Portmany, fundó junto a Vicent Marí Prats, que luego sería alcalde, y otros chavales el club de fútbol Hispania. Luego ya se hizo jugador del Portmany y de aquella época conserva una fotografía en la que aparece un señor con gorra. Se trata de Pedro Escartín, que fue el primer árbitro español que pitó un partido internacional. Se encontraba en Sant Antoni de vacaciones y le convencieron para que pitara un partido del Portmany contra el Formentera. Asegura Julio que los jugadores del equipo contrario, en el transcurso del choque, se quejaron amargamente de que aquel colegiado no tenía ni idea de arbitrar. Probablemente no supieran que era uno de los mejores árbitros de Europa.
Julio, sin embargo, tenía algo distinto a los demás niños de su edad: sus padrinos eran extranjeros y esta singular condición también guarda relación con el ‘Bohemio’. Los Kraer era un matrimonio suizo que residía en Barcelona y que viajaba ocasionalmente a Ibiza a estudiar lagartijas, rocas y animales singulares. Salían a navegar con el Jai Gasí a sa Conillera y ses Bledes, hasta que en una ocasión irrumpió un fuerte temporal de Tramontana. Gasí era un gran marinero, pero su barco era pequeño. El matrimonio pasó tanto miedo que, al llegar a la pensión Miramar, donde se hospedaban, le pidieron a Paco la Fonda, el dueño, que querían el mejor llaüt que hubiese en Sant Antoni. Fue entonces cuando Paco les habló del ‘Bohemio’ y les recomendó que hablaran con su propietario, Juanito Pau. Acordaron un precio y el padre de Julio comenzó a llevárselos a pescar langostas y a faenar con otras artes. Cuando salían a echar las redes, los Kraer desembarcaban en algún islote, donde permanecían hasta que el ‘Bohemio’ terminaba su tarea.
Poco a poco surgió de ahí una amistad y, cuando Julio nació, Juanito les preguntó si aceptarían ser los padrinos del niño. Ellos estuvieron de acuerdo y pasaron muchos años en Sant Antoni, ya que incluso se construyeron un chalet cerca del faro de ses Coves Blanques.
Cuando Juanito Pau compró el ‘Bohemio’, ya poseía una pequeña industria pesquera, con una barca de arrastre, el ‘Catalina’, y dos llaüts más, el ‘Salvador’, que acabaría teniendo un trágico final, y el ‘Llaüt Petit’. La flotilla empleaba a distinta gente del pueblo y a los hermanos.
De sus primeros tiempos de pescador, conserva una colección de fotografías, como una en la que aparece con Toni Tanca, sosteniendo ambos una enorme raya y otras de su padre, remendando redes solo o acompañado por Toni Trull, en el paseo. Julio explicó durante la conferencia que entonces había que secar las redes porque no eran de nylon, sino de hilo de torzal, un material mucho más frágil. Por esta razón, había que teñirlas pasándolas por agua caliente con corteza de pino molida, que se adquiría por sacos. El proceso se desarrollaba en una zona muy próxima al Club Nàutic Sant Antoni, donde se ubicaba el Tenyidor d’en Petit. Allí había unos depósitos muy grandes, donde el agua se calentaba con fuego de leña. Cuando la mezcla con la corteza de pino estaba hecha, las redes se echaban en un contenedor con este líquido hasta que se impregnaba con él toda la malla. De esta forma, adquiría mayor consistencia.
Antes de la guerra, mucha gente del pueblo pescó a bordo del ‘Bohemio’. Estaban s’Estanyer, Corona, el padre de Toni Tanca, que era patrón, y Vicent Mino, un republicano que tuvo que marcharse a Barcelona durante la guerra. En el puerto también se trajinaba con grava y arena para aprovisionar de material las nuevas construcciones que iban surgiendo en esos años de desarrollismo después de la posguerra. El género se recogía en las playas cercanas, como Platges de Comte o Cala Codolar, y se transportaba en llaüts como el ‘Vinyes’ y el ‘Es Vedrà’. Luego se cargaba en carros para acabar de transportarlos hasta las obras.
Juanito Pau era uno de los republicanos significados del pueblo y durante la Guerra Civil, siguió a lo suyo, pescando y vendiendo pescado. Sin embargo, cuando estaban a punto de desembarcar los nacionales en la isla, se marchó a Denia con el ‘Bohemio’ y cinco o seis políticos socialistas de la capital a bordo. Al poco de llegar a puerto, sin embargo, Denia fue bombardeada. Las bombas provocaron un fuerte oleaje que llenó el ‘Bohemio’ de agua y se fue a pique.
Cuenta Julio que su padre decidió regresar a Ibiza en el correo porque no había hecho nada malo. En la isla buscó a un par de sus marineros, entre ellos Vicent Ramon, y les pidió que viajaran a Denia y sacaran al ‘Bohemio’ del fondo del puerto. Aunque habían pasado varios meses, consiguieron reflotarlo con cuerdas, limpiarlo y arreglar el motor, que era un Kelvin.
Juanito Pau tuvo que andar escondiéndose una temporada tras regresar a la isla, por su pasado republicano. Julio explica que era amigo del jefe de Falange y que éste le avisaba cuándo podía salir de su escondrijo y moverse con libertad por el pueblo. Julio reveló que solía disfrazarse de mujer payesa, para que no le atraparan. Al final, sin embargo, fue detenido y pasó un año encerrado en la cárcel de Vila. Julio iba con su madre a verlo en el autobús de línea, a pesar de que los niños no podían acceder al interior de la cárcel del convento de Dalt Vila. Uno de los guardias de la prisión, que conocía a la familia, escondía al pequeño bajo su capa y lo colaba en la cárcel, dejando que Juanito Pau pasará un rato con el pequeño, mientras la madre esperaba fuera. Julio tendría dos o tres años. Luego, el vigilante lo sacaba afuera con el mismo truco.
Tras la cárcel de Ibiza, Juanito Pau fue a parar a la prisión de Can Mir, en Mallorca, hasta ser juzgado, y, como no había hecho nada, lo soltaron.
Ya de regreso de la cárcel, Juanito siguió con su vida como pescador y pescadero. Julio recuerda una anécdota relacionada con el 18 de julio, fecha en la que el régimen franquista ensalzaba el alzamiento de los nacionales, y toda la gente del pueblo acudía a Cala Bassa a comer y pasar el día. Al padre de Julio aquello no le hacía mucha gracia, pero aún así trasladaba a sus amigos. El motor Kelvin del ‘Bohemio’ trabajaba con una finura impresionante y casi ni se le oía, pero costaba mucho arrancarlo. En aquella jornada festiva, a la hora del regreso, no quiso encender por mucho que lo intentara el motorista de la embarcación. Ya estaban a punto de desistir y buscar alguien que les remolcara, cuando uno de los viajeros tropezó y pisó la manilla, encendiendo el Kelvin a la primera de manera involuntaria.
Cuando Julio comenzó a pescar en el ‘Bohemio’, a los 16 años, iban a bordo cuatro marineros, que sabían arreglar las redes y las remendaban camino a la pesquería. Él, sin embargo, nunca aprendió a hacerlo. Salían del puerto a remo, izaban las velas y ponían rumbo a sa Conillera u otro lugar donde calar las redes, mientras los marineros cosían. Al principio, él se ocupaba de hacer la compra para el almuerzo a bordo, que cocinaban el patrón, traer gasóleo y cosas por el estilo. Más adelante, a los 18 años, ya comenzó a ejercer como motorista. Los patrones, por aquel entonces, eran es Jai Trull y es Jai Gasí.
Cuenta Julio que el Jai Gasí era muy rudo y que tenía una habilidad singular. Cuando hervían gerret en la barca para comer y todos picoteaban bocados pequeños porque ardía, el parón era capaz de zamparse desde la cola hasta la cabeza de un lengüetazo, dejando solo la espina. Julio también se acuerda de aquella ocasión en que sacaron las redes tan cargadas de boga que, al llegar a puerto, tuvo que venir media familia y amigos a ayudar a separar el pescado de las redes para que no se estropeara. Una imagen de foto Min captó ese momento. En ella aparecen, de izquierda a derecha, Joan Tarba, Toni Trull, Julio Frit, Pep Ramon, Alfonso Frit, Pepe Endinyà, Juanito Pau y Toni Frit.
El pescado más grande, sin embargo, lo atraparon a mediados de los años 50 en un tonaire (red atunera) que tenían calado cerca de la Cova de ses Llagostes. Al llegar allí se encontraron todos los corchos hundidos y de pronto el Jai Esteve encontró la causa: un pez enorme había quedado atrapado. Ante la imposibilidad de sacarlo, lo arrastraron hasta el puerto y allí consiguieron izarlo. Era un escualo de cinco metros de largo, incomestible, cuya grasa, a base de hervir su carne, fue utilizada como barniz para las puertas y ventanas del pueblo.
El ‘Bohemio’ también fue contratado para la construcción del nuevo dique del puerto. En los primeros años de la obra, arrastraba la barcaza que transportaba la piedra que salía de la cantera de Can Coix y que debía configurar el rompeolas. Un poco después, Juanito Pau acabó adquiriendo el Aníbal en el Pósito de la ciudad para tirar de la barcaza y proporcionar ayuda y aire a los buzos que recolocaban las rocas. Toni Tanca ejercía de motorista y Pep Muson ayudaba al buzo, que era un mallorquín descortés y mal hablado, que siempre les maldecía y criticaba por su trabajo. Un día, sin embargo, Tanca se cobró la venganza. Dio unos tirones a la manguera del aire y el buzo se asomó a la superficie. Le pidió que se acercara y cuando lo tuvo al borde de la barca, con el agua al cuello, se bajó los pantalones e hizo sus necesidades encima de la escafandra. El mallorquín casi estalla de la rabia.
El famoso llaüt, asimismo, ejerció el contrabando en los años de la posguerra, cuando trajinaba arroz y azúcar de Denia, además de hacer algún viaje a Mallorca con tabaco de pota cultivado en la isla. También otro llaüt de la familia, el ‘Salvador’, se dedicaba al comercio ilegal. Pep Frit, el hermanastro mayor, hizo varios viajes a Argel, donde adquirían cambios de marchas, ruedas de coche y otros recambios automovilísticos que en la isla escaseaban. Salían a calar las redes a es Vedrà y luego el ‘Bohemio’ las recogía por ellos, mientras navegaban con rumbo a la colonia francesa. Si alguien hacía preguntas incómodas, simplemente respondían que el ‘Salvador’ y su tripulación se habían quedado pescando en Cala d’Hort.
Pep, en su último viaje a Argel, falleció a bordo del ‘Salvador’. Viajaba con Toni Soler, que era muy buen marinero, y Papissot, de Sant Josep, que ejercía de patrón. Se encontraron con una gargalada (vendaval de gregal) y nunca más se supo de ellos. No apareció ni una tabla, aunque otra embarcación que se encontraba en la misma zona y pudo salvarse, observó el hundimiento. Ocurrió alrededor del año 1945.
Julio explicó durante la conferencia que el ‘Bohemio’ era el llaüt más bonito que había en el puerto y que todo el mundo se lo quedaba mirando cuando regresaba de faenar. Sin embargo, reconoce que para ir a la vela no era el mejor ni el más rápido. Juanito Pau incluso buscó un picapedrero que le construyese un empedrado sobre la quilla, para que aportara lastre y estabilidad durante la navegación. A veces competía con el ‘Petit’, que no era tan elegante navegando a la vela, pero sí más veloz. Si se dirigían a es Vedrà, cuando el ‘Petit’ alcanzaba el islote el ‘Bohemio’ aún estaba a la altura de Cala d’Hort. A motor, sin embargo, estaban igualados. El ‘Bohemio’ estaba equipado con el Kelvin inglés y el ‘Petit’ portaba maquinaria alemana. Una vez ataron un hilo de coser de unos siete metros entre un barco y otro, a ver si se rompía, pero no hubo manera. Ambos barcos mantenían la distancia de forma milimétrica incluso a toda marcha.
Cuando llegó a Sant Antoni el Club de los Argonautas, la primera agencia que trajo grupos de turistas a la isla, Alfonso Frit había estudiado bachiller y andaba preparándose la reválida. Sin embargo, dejó los estudios cuando le ofrecieron trabajo como monitor de vela en los Argonautas. Toni Vinyes, hijo de un carpintero, había sido el primer jefe de la flotilla y luego le sustituyó Alfonso Frit. Mientras tanto, Julio hacía el servicio militar (desde mediados de 1955 hasta mediados de 1957). Pasó los tres primeros meses en Cartagena haciendo la instrucción y luego, como necesitaban chóferes en Madrid, le mandaron para allí.
Al regresar a la isla, su hermano le ofreció entrar en los Argonautas como monitor. El poco francés que sabía lo había aprendido en el bachillerato con Isidor Macabich y Vicent Manyanet, en las clases particulares. Con los argonautas permaneció dos veranos. Cuando llegaban los franceses, su hermano los repartía en las distintas embarcaciones (atalanes): el ‘Argo’, el ‘Singe Vert’ (Mono Verde) y el ‘Cabri’ (Cabra). El mejor de los tres era el ‘Argo’, que comandaba Pepe Ribas, mientras que Julio manejaba el ‘Cabri’ y Leonardo Hormigo el ‘Singe Vert’. Eran embarcaciones muy antiguas traídas de Francia, con vela tipo Marconi, salvo el ‘Argo’, que la llevaba tipo balandro.
Salían del puerto sin motor y les decían a los franceses que prepararan las velas y, llegado el momento, subieran el foque. Ya fuera del muelle nuevo, les indicaban qué rumbo poner y les enseñaban a navegar y maniobrar.
Julio también conserva algunas fotos de alemanes haciendo turismo a bordo del ‘Bohemio’. Esa nueva dedicación empezó porque el padre de Julio era amigo de los Hanauer, propietarios del Hotel Playa, también conocido como el Hotel de los Judíos. Habían huido de la Alemania nazi y eran buenos clientes de la pescadería y les buscaban turistas para acompañarlos a pescar. Veían cuando recogían las redes y, a cambio, pagaban 10 ó 20 duros. Se llevaban 3 ó 4 turistas por viaje. Iban a s’Espartar, ses Bledes… Hacían fotos y de vez en cuando les regalaban alguna estrella de mar o algún cangrejo. Se lo pasaban muy bien. Algunos incluso querían ir por la tarde para ver cómo calaban las redes.
Ya con Julio al mando, iban al hotel Ses Savines y cogían a 10 ó 15 turistas y hacían de golondrina. Se los llevaban a Cala Bassa y a Cala Tarida, último trayecto éste que tenía un precio de 35 pesetas, ida y vuelta.
Con todo lo que ha navegado Julio, es sorprendente que la única vez que ha tenido que rescatar a alguien que se estaba ahogando ocurriera fuera del mar. Fue precisamente en esta época de recogida de turistas en el Hotel Ses Savines. Al llegar con el barco, escuchó a la esposa del propietario del establecimiento, Francisco Marí, pedir auxilio a gritos. Julio salió corriendo de la barca y se encontró al pequeño de la familia, de unos dos años, que se había caído dentro de un pozo estrecho, con agua, a unos tres metros de profundidad. Julio se tiró al pozo y consiguió sacar al niño medio ahogado de allí, con la ayuda de su marinero, que tiró desde arriba. No con poco esfuerzo, luego consiguieron ayudarle a salir a él. El niño, Rafel Marí, actualmente dirige el hotel. Entonces, el pequeño era de poco comer y al único al que hacía caso era a Julio, así que sus padres le pedían a menudo que les ayudara con él y el niño siempre le andaba detrás.
En aquellos años, Julio se operó de apendicitis en la Clínica Villangómez y el médico y propietario del centro sanitario le preguntó a su hermano Alfonso, mientras visitaba al paciente, a qué se dedicaba Julio. Entonces era muy aficionado al esquí acuático y cuando el médico escuchó que el enfermo dominaba este deporte, le propuso poner un negocio juntos y él lo financiaría. El comandante de Marina les concedió un puesto en la playa de s’Arenal, frente al Hotel de los Judíos. El negocio marchó viento en popa hasta que el mecánico, Joan es Sifoner, hijo de Vicent Bonet, se marchó a trabajar en el nuevo barco del club náutico. Entre ambos habían llevado muy bien el mantenimiento de los motores, pero, al quedarse solo, Julio tuvo que buscar un mecánico que le costaba mucho más, porque venía de Ibiza. En esa etapa también dio clases de esquí a los argonautas, incluidos los de Formentera, durante un breve periodo de tiempo.
Julio y su hermano Alfonso, asimismo, se convirtieron en empresarios hoteleros al abrir el Hotel Ánfora en un terreno familiar, gracias a una casualidad y al empresario Pep Berri, ya fallecido. Ellos se encontraban haciendo una excavación en la Avenida del Doctor Fleming, más o menos frente al Bar Toben, y Berri les preguntó qué tenían planeado construir. Le respondieron que querían edificar unos locales para alquilar. Entonces él les sugirió que por qué no hacían un hotel y habló con los responsables de la agencia Global, para que les financiasen la construcción del inmueble. Faritseu, propietario de la discoteca San Francisco, también echó una mano para convencerles. Tenían ahorrado algo de dinero, pero aún les faltaban 4 ó 5 millones, que finalmente les prestó la agencia.
Consiguieron levantar la estructura, pero, cuando había poco más hecho, tuvieron que paralizar la obra porque se habían quedado sin dinero. Julio conocía al abogado del Estado José Luis Díaz, al que de vez en cuando llevaba de aquí para allá en el ‘Bohemio’. Era el propietario de la casa de Cala Saladeta y le llamó explicándole el problema. Alfonso fue a visitarle a Madrid y, al llegar allí, le mandó con una carta firmada por él a ver al director del Banco Hipotecario. Cuando le recibió, le pidió 5 ó 6 millones y, al poco tiempo, mandó a un empleado a ver la estructura del hotel a San Antonio. Recibieron los fondos pocos días después. El Hotel Ánfora quedó terminado en 1969 y abrió sus puertas en 1970. Casi todo lo que se facturaba en los primeros años se destinaba a condonar la deuda, pudiéndola cubrir en pocos años.
Cuatro o cinco años después, adquirieron también una parte del Hotel Helios, que luego tuvo que ser rebautizado como Mar Amantis por un conflicto de marcas con una compañía mallorquina. Pertenecía a seis socios y uno se había arruinado, así que le compraron su parte por 10 millones. Algunos de los socios eran gente vinculada a la derecha y, dado el pasado republicano de su padre, Margalida no veía bien que sus hijos entraran en el negocio. Sin embargo, fueron adelante e incluso construyeron el Hotel Helios II con uno de los socios. Julio, sin embargo, nunca trabajó directamente en el Hotel, sino que se dedicó a negociar con las agencias, hacer cobros y tareas por el estilo. Para gestionar su día a día, contaban con directores profesionales.
En aquellos años, él y su hermano Alfonso también adquirieron un snipe llamado ‘Ereso’, que había sido campeón de España con Paco March como patrón. Julio también se hizo contramaestre del Club Náutico cuando era miembro de la junta directiva y enseñó a algunos alumnos a navegar a vela. También participó en regatas con dos grandes deportistas como compañeros: Daniel Ribas y Pepe Vinyes.
El empresario Pepe Roselló, que en la época presidía Es Nàutic, asegura que Julio es un marinero extraordinario, capaz de hacer cambiar el viento a una embarcación sin quilla, simplemente situándose en la proa y moviéndose.
Cuando Juanito Pau falleció, el ‘Bohemio’ fue heredado por los cuatro hijos varones que quedaban, aunque Alfonso y Julio les compraron su parte a los hermanastros mayores, Toni y Juanito. Todavía llevaban turistas de vez en cuando y salían con él a pescar al volantín y a navegar a la vela. Incluso hacían regatas de vela latina.
En la década de los ochenta, durante el periodo 1984-1985, el ‘Bohemio’ fue sacado del agua para restaurarlo. Se lo llevaron en tráiler al puerto de Alcudia y allí, donde había sido creado 70 años antes, le sustituyeron casi toda la madera, pieza a pieza, respetando escrupulosamente su línea, estructura y la arboladura original. El trabajo lo hizo un experto carpintero de ribera, Joan Domingo Truyols, que además era yerno de Miquel Domingo Calafat, es Curret, de idéntica profesión, que aún se acordaba de haber trabajado en él cuando tenía tan solo doce o trece años.
Hoy el ‘Bohemio’ sigue siendo el llaüt insignia de Sant Antoni, gracias al tesón y el cariño que la familia Frit siempre le ha dedicado. Y Julio Cardona Frit, una de las personalidades más queridas de la bahía de Portmany.