Tras s’Espalmador, camino a Formentera, sa Conillera es el islote más grande de las pitiusas, con una superficie de unas cien hectáreas y una longitud máxima de 2,1 kilómetros. Es la isla que protagoniza el horizonte de la bahía de Portmany y antiguamente proporcionaba materias primas tan esenciales como la madera de sabina (Juniperus phoenicia), que se empleaba para techar las casas de campo, o el carbón vegetal que se producía con las ramas sobrantes. Por sus parajes también abundan la mata (Pistacia lentiscus) y el limonio o saladina (Limonium ebusitanum).
Su topónimo no guarda relación con los conejos que también habitan el islote, sino que procede del latín cunicularia, que se aplicaba a aquellos enclaves donde abundaban las galerías y cuevas. Basta con rodear el islote con una embarcación para encontrar justificación a este nombre.
En ella crían distintos tipos de gaviota (Larus michaellis y Larus audoinii), que anidan sobre el suelo del islote, así como la pardela balear (Puffinus mauretanicus), entre otras aves, y posee una subespecie de lagartija idéntica a la que existe en la vecina Illa des Bosc, más grande de las que pueden encontrarse en otros islotes y con tonalidades verdes y azules.
Desde mediados del siglo XIX dispone de su faro, visible desde la bahía de Portmany, que permaneció habitado por fareros y sus familias hasta 1971, cuando fue automatizado. Existe una leyenda, desmentida por los historiadores, que culpan del malentendido a un error de traducción, que afirma que en el siglo III a.C., la esposa de Amílcar Barca se puso de parto cuando navegaban junto al islote y que alumbró a su hijo Aníbal, el conquistador, sobre las rocas de sa Conillera.
En la isla se han realizado también excavaciones arqueológicas y en 2015 incluso fueron halladas tumbas con restos humanos datados en el siglo XVI, pertenecientes a tres adultos jóvenes, que sufrieron una muerte violenta. Presentaban marcas de cortes en los huesos, heridas de bala e incluso una decapitación. Se cree que pertenecían a corsarios de la época, a los que se dio sepultura en el islote.