Cala d’Albarca constituye uno de los paisajes más sobrecogedores del Área Natural de es Amunts y uno de los tramos de navegación más amplios donde no se detecta presencia humana. Tan solo roca coronada por un mar de pinos. La bahía, abierta hacia el norte, está comprendida entre los cabos de Rubió y Albarca, de más de doscientos metros de altura cada uno.
Ya en el mar no existe una orilla como tal, sino una costa abrupta con una cueva, donde lanzarse al agua. También existe un singular puente de piedra, modelado por la naturaleza, que cuelga sobre el Mediterráneo de una altura superior a los veinte metros. Desde tierra, Cala d’Albarca solo puede alcanzarse a pie, partiendo desde el llano de Sant Mateu y caminando una media hora, que en sentido inverso se hace mucho más larga. Estos frondosos acantilados proporcionan hábitat a numerosas especies de aves, entre ellas el halcón de Eleonora (Falco eleonorae), que emigra desde Madagascar.